Unas de las cosas que me quedaron grabadas a fuego a mi llegada a la unidad de salud mental fue el mantra: “una vez agotada la contención verbal y/o farmacológica e iniciada la contención mecánica el paciente debe acabar contenido sí o sí, ni siquiera hablar con él mientras dure la contención”. Distintos argumentos como la de minimizar los riesgos, evitar conductas manipulativas o mantener el debido respeto al profesional sustentaban esta práctica de contención sin retorno.
En varias ocasiones, durante el último año, he tenido la oportunidad de comprobar lo equivocado que estaba. Una vez que han fracasado los intentos para reconducir un episodio de agitación intensa, aún cumpliéndose los criterios clásicos de contención mecánica e iniciada la misma quedan aún muchas posibilidades para no acabar sujetando a la persona en contra de su voluntad.
El caso más curioso fue el de un señor, que ante la frustración tras una llamada de teléfono, arrancó el aparato de cuajo haciéndolo añicos contra el suelo, iniciando un episodio de agitación con violencia contra objetos y amenazas graves al personal sanitario. Tras fracasar los intentos de contención verbal y ante el inminente riesgo de heteroagresividad al abalanzarse contra miembros del personal, se inició la inmovilización del paciente para llevarlo a su habitación y sujetarlo mecánicamente.
Una vez en la habitación, nos dimos cuenta que no tenía las contenciones colocadas en la cama por lo que una compañera corrió al almacén para traerlas. Mientras tanto, cuatro personas sujetábamos al paciente con gran esfuerzo sobre el colchón en espera de las correas. La compañera llegó al momento comunicando que no había contenciones disponibles en el almacén. De nuevo, salió a buscar el Kit de Emergencia.
Mientras tanto, seguíamos sujetando al paciente que ya había dejado de forcejear bruscamente… En ese momento percibí que la situación había cambiado, que la contención podía ser innecesaria. Pactamos con la persona que se dejaría poner medicación y que se quedaría en la habitación mientras que le hacía efecto la sedación. El paciente así lo hizo y al cabo de un rato volvía a estar en las zonas comunes con otros pacientes jugando al parchís tranquilamente.
Aunque resulte paradójico:
«la contención mecánica se evitó por la falta de contenciones mecánicas»
Este es un caso más en el que la costumbre, el «siempre se ha hecho así» perjudica gravemente a nuestros pacientes. Siempre debemos intentar el cambio de sentido en una contención mecánica…

Si tienes experiencia en «contenciones interruptus» o referencias a artículos sobre el tema me gustaría que las compartieras conmigo para poder avanzar más en el concepto. ¡Gracias! #HaciaLaContenciónCero
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