ELEII: En contra de tu voluntad

Hoy, 20 de enero de 2024, me gustaría compartir una reflexión sobre algo que ha estado ahí, pero…

Una vez escribí sobre el síndrome del papel en blanco aunque no recuerdo bien ni cuándo ni dónde. También podría divagar sobre el síndrome del micrófono en silencio que no sé si existe, o de existir, si se denomina así. Un papel en blanco, o un micrófono, pueden ser grandes aliados para superar la tarea de apaciguar la mente, eso sí, venciendo el trago de escribir o pronunciar la primera palabra. Y digo esto porque a veces me ocurre que, como cuando publiqué hace unos días Desde el Otro Lado de la Puerta, tras recibir muchos ánimos y comentarios se me hace un poco difícil comenzar de nuevo. Surge de pronto, de algún lugar ignoto, una suerte de responsabilidad paralizante.

De lo que, realmente, quiero escribir es sobre algo relacionado con haber cruzado el umbral que me ha transportado a un nuevo entorno de cuidados. Un lugar donde, por ejemplo, es posible cuidar en medio de la naturaleza como muestro en la siguiente fotografía.

¡Increíble! ¿verdad?

Desde el primer momento al otro lado, sentí una ausencia, algo que no era capaz de concretar, que me faltaba y, a la vez, era agradable. Algo a lo que te acostumbras con el tiempo pero que no por ello deja de hacerte daño. Un hecho sobre el que, en estos días, he podido tomar conciencia y que, aún, es más importante de lo que podía imaginar. Normalmente, en los servicios de salud, las personas, los usuarios, los pacientes o como los queramos denominar acuden a los profesionales en busca de atención, de cuidados, de curación, de ayuda… Con lo cual, al igual que ocurre en muchos otros ámbitos, los “clientes” necesitan a un determinado profesional para recibir un bien o un servicio. Y aquí, en este punto concreto, surge una gran diferencia entre ambos lados de la puerta. Cuando tomas conciencia de la importancia que tiene que casi la mitad de las personas a las que he cuidado durante años estaban ingresadas en contra de su voluntad o, bien, rechazaban aquello que le ofrecíamos. Es una forma simplista de resumirlo y posiblemente discutible pero, con estas personas, parte de nuestro trabajo diario es: “causar un mal [desde el punto de vista de la persona ingresada] para conseguir un bien [desde el punto de vista del profesional]” y eso, a la larga, hace daño. Un daño producido tanto a la persona que cuida como a la persona cuidada como he podido constatar mediante el testimonio de usuarios que también están al otro lado de la puerta y que, generosamente, comentan el cómo vivieron y el cómo se sintieron en sus días de ingreso. Por ello, me parece importante reflexionar sobre este daño que, incluso, puede pasar desapercibido más allá de sus protagonistas, independientemente del sentido del mismo; es un mal que a los profesionales les va calando, poco a poco, como el tabaco que te mata lentamente a diferencia de los pacientes sobre los que actúa traumáticamente pudiendo dejar secuelas permanentes y, desgraciadamente, es un mal que, para muchos, está normalizado como algo inevitable e, incluso, necesario.

Existen, también, ámbitos no profesionales en los que nos podemos ver “obligados” a actuar en contra de la voluntad de otra persona para procurarle un bien aunque esta lo viva como un mal. Por lo general, estas situaciones están relacionadas con el estado madurativo o de incapacidad en alguna etapa de la vida. Podemos pensar en profesionales, no sanitarios, que tienen que actuar en contra de la voluntad de las personas. Uno de estos entornos, de tanto en tanto, nos lo recuerdan nuestros pacientes cuando nos dicen: “¡esto es peor que la cárcel!”. Y, en cierto sentido, tienen razón porque la cárcel, a diferencia del internamiento hospitalario involuntario, suele ser consecuencia de una acción previa que la persona “libremente” opta por realizar y cuyas consecuencias, conocidas o no, le llevan a prisión. Esto es una simplificación del sistema penal ya que, en la realidad, existe un amplio abanico de posibilidades sobre cómo acabar entre rejas de manera inmerecida: mil razones de las que a diario las noticias se hacen eco, desde errores judiciales a regímenes no democráticos.

Aunque parezca una exageración, realmente, lo que estoy contando no es algo que afecte a un grupo particular de personas, desafortunadamente, nos puede ocurrir a todos y a cada uno de nosotros y de nosotras. No es tan complicado, si se dan las circunstancias adecuadas, encontrarse en una camilla de hospital, atado, camino de un ingreso hospitalario desde el servicio de urgencias a una unidad de cuidados de salud mental. Podría contaros muchas historias sobre personas que buscaron la solución en alguna sustancia perniciosa; que intentaron acabar con un sufrimiento insoportable; que abandonaron aquello que les mantenía estables o que simplemente la vida, desafortunadamente, los colocó ante una situación que sobrepasó lo humanamente razonable y/o soportable.

Llegados a este punto me gustaría primero darte las gracias por haber leído hasta aquí y, después, formularte una pregunta:

En tu desempeño profesional, ¿has tenido, o tienes, que actuar en contra de la voluntad de las personas para procurarles un bien o un beneficio? Y, en caso afirmativo, ¿cómo te afecta este hecho? [recuerda que puedes dejar tu respuesta más abajo en los comentarios de forma anónima o enviarme un email, si es posible, ampliaré este escrito con vuestra retroalimentación]

Imagínate, que un día, casi sin saber cómo ni porqué te encuentras en un lugar desconocido, entre cuatro paredes, con una serie de personas vestidas con pijamas blancos a tu alrededor y que cuando les pides:

– ¿Quiero irme a mi casa?

– ¿Quiero llamar por teléfono?

– ¿Quiero mi documentación y mi ropa?

– Por lo menos, ¿quiero fumar?

La respuesta que recibes es NO, NO, NO y NO.

¿Cómo reaccionarías?

Y, sobre este hecho, es sobre lo que me gustaría invitaros a reflexionar este 20 de enero de 2024. De aquellas situaciones en las que el cuidado se produce de manera involuntaria y de cómo afecta a la persona cuidada y al cuidador. Quizás, de manera natural, podemos pensar en personas que tienen temporal o permanentemente alteradas la capacidad de decidir por sí mismas pero, no, esto no ocurre en todos los casos. También quiero decir que la legislación española contempla el hecho del ingreso involuntario, intentando ser garante de los derechos de las personas, siendo obligatoria la comunicación al juzgado y la autorización judicial correspondiente previa entrevista con el paciente. Sobre este tema también he escrito alguna vez por lo que no voy a explayarme en esta ocasión, sólo diré que podría mejorarse mucho en este sentido.

Espero que estos pensamientos, en voz alta, anime a alguna persona que, por algún motivo, pueda verse a un lado u otro de una relación de cuidados involuntaria a reflexionar sobre el tema y sobre cómo afecta a cada uno de los actores involucrados y, lo más importante, en cómo minimizar el sufrimiento. Sufrimiento que podríamos englobar en esa categoría de “el daño que no produce la enfermedad”, es decir, del estigma en salud mental.

Y permitidme una frivolidad, a modo de BONUS, si pasas por aquí de nuevo un par de veces te mostraré el escrito: “El Síndrome del Papel en Blanco” que comenté al principio muy, muy, muy emotivo para mí, escrito en 2012.

Gracias por estar ahí y ojalá te haya gustado y te animes a contestar y… !por qué no! a compartirlo con personas que puedan estar interesadas.

Por cierto, ¿has notado que palabra falta en todo el texto? La verdad es que ha sido todo un reto conseguirlo.

[


Aquí tienes todos los episodios de «El Cuidado en la Palabra»

T2 Ep 9 El Cuidado en la Palabra XL Congreso AEESME El Cuidado en la Palabra

Comenzamos la segunda temporada de El Cuidado en la Palabra de una manera muy especial, con un nuevo episodio de Café para Tres titulado: "Las enfermeras y los medios de comunicación" grabado en directo durante la celebración del XL Congreso Nacional de Enfermería de Salud Mental de la Asociación Española de Enfermería de Salud Mental, el 29 de marzo de 2023 en el Palacio de Congresos de Torremolinos (Málaga). En este Café para Tres, dirigido como siempre por la doctora Rosamaría Alberdi y José Manuel García está dedicado a las enfermeras y los medios de comunicación tenemos el placer de contar con nuestra invitada Hildegart González-Luis, de la que destacamos de su amplio currículum que es Senior Fellow en el Center for Health Policy and Media Engagement en la George Washington University School of Nursing. Periodista. Profesora Titular de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Navarra. Pamplona. En esta ocasión tan especial contamos con Rubén Chacón, como moderador de la mesa, es miembro de la Junta Directiva de la AEESME. Enfermero Especialista en Salud Mental. Trabaja en el Centro de Salud de Vallecas Villa. Hospital Universitario Infanta Leonor. Madrid. Esperamos de todo corazón que disfrutes de este episodio. En breve, publñicaremos más información, extras y complementos en: https://elcuidadoenlapalabra.com/podcast/ Créditos de la música: Positive Soft Nature de MusicFiles y Ukelele Fun de Rafael Krux en filmmusic.io bajo lcencia CC.
  1. T2 Ep 9 El Cuidado en la Palabra XL Congreso AEESME
  2. T1 Ep8 El Cuidado en la Palabra
  3. T1 Ep7 El Cuidado en la Palabra
  4. T1 Ep6 El Cuidado en la Palabra
  5. T1 Ep5 El Cuidado en la Palabra


17 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Hola José Manuel. La cuestión que planteas es ciertamente compleja. No puedo aportar nada sobre cómo afectan estos ingresos en un PSIQUIÁTRICO -¿será la palabra que falta?- a los que cuidan y deben tomar esa decisión. El otro lado, me es más familiar. A menudo me pregunto por una cuestión controvertida de la que poco o nada se habla, que es la eutanasia en el caso de trastornos mentales. Hay muchos pacientes que están en condiciones de decidir, pero desear la muerte por que llevas toda tu vida sufriendo mentalmente y no tiene visos de terminar o hacerse tolerable, está menospreciado. El dolor y el sufrimiento mental son invisibles y no se considera ni el derecho que estas personas tienen sobre su propia vida y poderla terminar nie, el buen morir, al menos, ya que l buen vivir les ha sido negado. Es admirable la sensibilidad que tienes, pero creo que eso tiene su veetiente negativa y es la afectación que tu trabajo tiene en tu bienestar. Gracias por compartir y hasta pronto!!!!

    Le gusta a 1 persona

    1. José Manuel dice:

      Hola, Ana. Gracias por tu comentario que siempre invita a reflexionar y plantearse nuevos temas. El tema de la eutanasia por padecimientos de índole mental y no física es muy controvertido y con respuesta diferente en distintos países, incluso de nuestro entorno. Creo, si me atrevo, que escribiré sobre esto en el próximo post ya que es algo sobre lo que he pensado muchas veces y debatido con colegas e incluso en algún seminario.
      En cuanto a la palabra «PSIQUIÁTRICO» me ha sorprendido porque sin ser la palabra que decidí evitar, lo cierto es que inconscientemente tampoco aparece. De alguna manera, en las unidades de hospitalización hacemos énfasis en diferenciarnos de los antiguos psiquiátricos aunque, de facto, hemos heredado muchas de sus prácticas. A veces, camuflamos ciertas cosas bajo un sutil cambio de nomenclatura.
      Gracias, también, por tus palabras finales. Hace un tiempo escribí «La ética nos ayuda a sufrir menos» en relación a una entrevista a Adela Cortina, un día de estos publicaré «La ética, también, nos ayuda a sufrir más» que de momento reposa en la carpeta de borradores.
      Un abrazo!

      Le gusta a 1 persona

  2. rosamaraalberdi dice:

    Hola, José Manuel. Muy interesante, como siempre, tu reflexión. Voy a intentar responder a tu pregunta sobre la palabra que no has puesto: paciente… En general, no acierto ninguna de tus adivinanzas, veremos si hoy sí….. En relación a tu otra pregunta, en realidad no me he movido en este ámbito de los ingresos involuntarios o forzados pero si pienso mucho en ese tema porque muy cerca de mi casa vive un hombre, relativamente joven, sin hogar, que me han dicho que padece esquizofrenia y su situación de vivir en la calle es debida, precisamente, a esa negativa a tomar la medicación.La verdad es que no sé qué hay de cierto en ello pero ver a Toni, así se llama mi «vecino» me preocupa especialmente ahora que hace frío y llueve. Me gustaría saber cómo ayudarlo, a parte de llamar a Cruz Roja, cuando hace mucho frío o él está especialmente nervioso o angustiado. Sé que lo voluntarios de Cruz Roja acuden a mi llamada pero él no desea irse,nunca, con ellos. Al menos, para esa noche, me consta que le ofrecen mantas y prendas de abrigo. Desde luego, él no quiere ingresar ni la ayuda que le puede proporcionar el sistema.

    Le gusta a 1 persona

    1. José Manuel dice:

      Hola, Rosamaría. Gracias por tu comentario. Lo de los juegos y acertijos, bueno, algún día tocará pero no hoy… jajaja… La palabra «paciente» sale una vez en singular y tres en plural.
      Sobre el tema de tu vecino, que es realmente lo importante, estoy seguro que Cruz Roja hace un seguimiento de su caso e intentan ayudarle en lo que pueden. Son muchas las razones que pueden llevar a una persona a rechazar la ayuda institucional o de las ONG. A veces, estas personas rechazan los albergues por considerarlos lugares inseguros debido a otros usuarios y prefieren estar solos. En otras ocasiones, puede haber algún tipo de ideas delirantes que esté malmetiendo en la situación, situación que podría mejorar con un tratamiento adecuado. O quizás, simplemente, es que este hombre ha decidido vivir así… En todo caso, seguro que tu llamada a Cruz Roja es de gran ayuda…
      Un abrazo!

      Me gusta

      1. rosamaraalberdi dice:

        Anda…. !!! por un día que me animo a dar una respuesta… no había ni acertijo !!!! Bueno, tu escrito me gusta igual. Y, sí, efectivamente, mi vecino temporal ha decidido vivir de esta manera,,, aunque cueste entenderlo. Allí estaré, llamando a Cruz Roja cada vez que lo vea especialmente desamparado. Gracias por tus reflexiones. Rosamaría

        Le gusta a 1 persona

  3. rosamaraalberdi dice:

    Ayyy, perdón. Rosamaría Alberdi es quien ha hecho ese largo comentario.

    Le gusta a 1 persona

    1. José Manuel dice:

      Síiiii, en esta ocasión tu nombre ha salido en los dos comentarios. 😉

      Le gusta a 1 persona

  4. Anónimo dice:

    Hola José Manuel 🙂

    Interesante reflexión. Como es habitual, «thought-provoking»…

    Me ha llamado la atención que no aparece la palabra «protocolos». Tal vez esa era la ausencia agradable que encontrabas a faltar… Y unido a eso va otra palabra que no aparece, «libertad» tanto para ti como para las personas que cuidas. Y la gran ausencia, afortunadamente, es «contenciones».

    ¡Enhorabuena! and keep up your good work!

    Un abrazo,

    Elena

    Le gusta a 1 persona

    1. José Manuel dice:

      Hola, Elena!
      Gracias por pasar y comentar. Este blog no sería lo mismo sin tu presencia, tus palabras y tus ánimos. Me quedo con el <>, me ha gustado aunque en mi caso quizás sería más exacto <> , Tú si que eres una gran <>. Muchas veces tengo la sensación de haber nacido en un siglo equivocado. Cuanto más mayor me hago más sencillo me parece todo por lo que mi cansancio aumenta exponencialmente ante la inhumanidad humana.
      Es curioso que la palabra escondida no haya salido aún, tanto «protocolos», «libertad» como «contenciones» no aparecen en el texto y me parece muy interesante que no las haya utilizado y comprendo perfectamente que te haya llamado la atención su ausencia. Las contenciones están sin ser nombradas como tal.
      Muchísimas gracias de nuevo y espero que sea un muy buen año para todos y con mucha salud… y para no perder las buenas costumbres
      BEST WISHES!!!

      Me gusta

  5. Anonimo dice:

    Gracias, José Manuel…
    Te comprendo….Comparto tu sensación y admiro tu energía y tu motivación por escribir y publicar. De hecho, gracias a tu reflexión me he animado (de alma…) a escribir tras mucho tiempo sin hacerlo por un cansancio similar….
    ¿La palabra escondida será? ———- o ———–. Y si no lo son… ¡me rindo! 🙂
    Encantada y gracias a ti! Los mismos deseos de vuelta para ti y para los tuyos.
    ————————————–
    Nota del autor: Elena ha acertado la palabra oculta: enhorabuena 😉 y la he vuelto a esconder para seguir jugando. Gracias Elena!!!

    Le gusta a 1 persona

    1. José Manuel dice:

      ¡Qué bien! Elena. Todo lo que publicas es sumamente interesante e inspirador. La escritura tiene un poder terapéutico (en todas las direcciones) inmenso. En los últimos meses estoy reforzando, desde la experiencia, el convencimiento sobre el poder sanador del proceso creativo en cualquiera de sus modalidades. A veces, con las personas que cuido bromeó con cambiar el titulo del blog por «el cuidado en el lápiz» 😂😂😂.
      Y sí, has acertado, la palabra escondida, mi trabajo me ha costado. Por cierto, voy a borrarla de tu comentario para mantenerla oculta a futuros lectores. Si es que hay alguien, por ahí, que le guste navegar entre los comentarios.
      Esperando tu próximo escrito, un fuerte abrazo!

      Me gusta

  6. Anónimo dice:

    Agradezco de corazón tus palabras, José Manuel. A ver si me inspiro y me animo a escribir y publicar.
    😂😂😂El caso, como bien dices, es que exista un proceso, que sea creativo y confiar en él…
    Sin duda te debe haber costado mucho trabajo esconder esa palabra. ¡Cómo empezar a hablar de tu nueva etapa sin ella!
    Gracias de nuevo… 🙂
    Un abrazo.

    Le gusta a 1 persona

  7. David Jesús Pérez López dice:

    Hola José Manuel, me ha encantado tu entrada y me siento totalmente identificado con lo que escribes. Al respecto y aunque suene reduccionista, que evidentemente lo es, la reflexión principal que hago(no exenta de emoción) es que la libertad de las personas que atendemos dependen en gran parte de la libertad de los profesionales y que tenemos que hacer mucho mas para que esa libertad en cascada llegue a buen puerto. Aclaro, gran parte de las limitaciones a esta libertad está en las instituciones, organizaciones, en los equipos y sobre todo en los profesionales. No es una fuerza externa sobre la que nada se pueda hacer. Brillante como siempre. Un abrazo, José Manuel.

    Le gusta a 1 persona

    1. José Manuel dice:

      Hola David,
      Me alegra mucho que te haya gustado la entrada y muchas gracias por comentar y proponer esta interesante reflexión sobre la libertad en nuestro entorno sanitario y, más aún, en salud mental. Tan interesante que bien merece una entrada y desarrollar en profundidad las posibilidades del tema. A bote pronto, creo que no podemos reflexionar sobre la libertad sin unirla a la responsabilidad en un binomio indivisible y, más aún, cuando se trata de cuidar personas ingresadas de manera involuntaria.
      Si tomamos la primera acepción de la RAE sobre el término: «Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.» podríamos pensar que realmente cada uno de nosotros podríamos hacer en cada momento lo que creamos oportuno, eso sí, ateniéndonos a las consecuencias de nuestros actos. Y esta definición da para mucho que desarrollar en la línea que has planteado en tu comentario. La mayoría de acepciones también son muy jugosas para ser analizadas en el marco asistencial.
      Me gustaría que me explicaras un poco más el sentido en el que has utilizado el concepto «limitaciones de la libertad» con algún ejemplo.
      Muchas gracias, David, por tus amables palabras y ojalá que podamos vernos pronto (¿quizás en Mérida?) y ponernos al día.
      Un abrazo!
      P.D.: como curiosidad, la palabra «libertad» tampoco está en el texto aunque no es la palabra escondida 😂😂😂

      Me gusta

  8. David Jesús Pérez López dice:

    Recojo el guante José Manuel. Verás, cuando hablo de limitaciones a la libertad de los profesionales me refiero a trabajar en una organización que no fomente otra cultura de trabajo en la que se pueda responder SI a algunas se las demandas que recoges en tu entrada. Equipos que atienden mas a las demandas de la familia que a las necesidades de las personas. No asumir responsabilidades que implican introducir complejidad y un marco de «riesgos» asumibles en los cuidados. Que los profesionales no viremos tanto la mirada hacia las necesidades de las personas y la centremos en facilitar nuestro trabajo. Abusar de la «coerción amistosa» y del cuidado profesional autodefensivo. Se me ocurren algunas mas, pero en cualquier caso creo que todo lo anterior son ejemplos de limitaciones a nuestra libertad profesional de los que no siempre somos conscientes(sensibles) incluso en los entornos mas flexibles, más asertivos, mas comunitarios…y son los que en parte van laminando derechos y libertades a las personas que atendemos. Espero haber aclarado por lo menos en parte lo que me pedias. Un saludo.

    Le gusta a 1 persona

    1. José Manuel dice:

      Hola, David
      No puedo creer que haya pasado un mes desde que dejaste este comentario «Tempus fugit» 😉
      Hablar de libertad, en general, se escapa a mis capacidades jajaja pero siempre que he tratado este tema en clase o en el entorno laboral hay dos conceptos que se entremezclan y que a veces producen mucha confusión: «ser libre» y «sentirse libre». En ocasiones, tras la expresión «no soy libre» se esconde un «no me siento libre» y tras un poco de reflexión se disipa el malentendido.
      Otra cosa, la que planteas, es la falta de libertad real de los pacientes (de salud mental) y, que a su vez, deriva de una falta de libertad de los profesionales. En este sentido, sí necesito acotar un poco el campo y, quizás, centrarme en «la libertad para tomar decisiones sobre nuestra propia salud» que, de hecho, es lo que le negamos a las personas ingresadas en nuestras unidades.
      Y siguiendo esta línea más enfocada al respeto de la autonomía de la persona para tomar sus propias decisiones, llegamos a tres requisitos que deben darse para poder, realmente, hablar de decisión libre o autónoma, que no es otra cosa que se permitan las condiciones para que la persona pueda ejercer un consentimiento informado:
      1. Que la persona tenga toda la información necesaria [estamos a años luz en salud mental]
      2. Que la persona tenga capacidad para decidir [solemos pensar en términos de todo o nada, sin reconocer las capacidades parciales o intermedias]
      3. Que la persona pueda decidir libre de presiones [ni persuasión, ni manipulación ni coacción o amenazas]
      Desgraciadamente, los tres requisitos se ven muy comprometidos en salud mental.
      Y llegados a este punto es muy interesante el planteamiento que haces cuando relacionas un agravamiento de las condiciones de los pacientes derivada de las «limitaciones a la libertad de los profesionales» y aquí he de reconocer, que lamentablemente, en demasiadas ocasiones el «sistema» ejerce una influencia aplastante sobre los profesionales en el sentido que planteas. Sin embargo, creo que cuando analizamos la conducta profesional ante estos poderes hay aspectos coincidentes y otros que difieren bastante respecto a la realidad de nuestros paciente. Ante una práctica inadecuada o inaceptable puede haber profesionales que ni siquiera lleguen a ser conscientes de ella; otros que conociéndola prefieran ignorarla o mirar para otro lado; muchos que conscientes sufren inmensamente por no sentirse capaces de promover un cambio (creo que aquí podríamos englobar aquellos que no se sienten libres para actuar de otro modo) y, por último, profesionales que conscientes de la situación asumen la responsabilidad/riesgo de actuar/luchar ante/contra el sistema para producir el cambio asumiendo, y esto es el QUID de la cuestión, las posibles consecuencias [generalmente negativas]. Y cada uno de nosotros tenemos en cada momento «la libertad» de decidir qué tipo de profesional queremos ser.
      Bueno, David, no tengo ni idea si mi respuesta tiene mucho que ver o no con lo que planteabas, o si me he dejado llevar por mis propios demonios :)… Ya me dirás ;).
      Muchas gracias por tus interesantes aportaciones que siempre invitan a reflexionar, un fuerte abrazo!

      Me gusta

Deja un comentario