En noviembre de 2015 escribí un post sobre la ética deportiva, las madres y los padres. Hoy, desgraciadamente, me veo impulsado a darle una nueva vida al texto en el Cuidado en la Palabra y extender el título original a entrenadores, entrenadoras y árbitros.
Creo que tiene que ver mucho con la salud, con la salud mental, de nosotros y de nuestros hijos e hijas y por este motivo lo traigo aquí. Espero que lo encuentres interesante y fomente la reflexión.
Un niño, o una niña, de diez, once o doce años no puede llorar en una cancha por los gritos de su entrenador, de sus padres o por la impotencia de recibir palos de todos los colores cada vez que coge la pelota.
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Ya queda poco para que se inicien las competiciones federadas de baloncesto en categorías premini, mini e infantil. Nuestros hijos e hijas entrenan con toda la ilusión del mundo y disfrutan de los últimos partidos amistosos.
Precisamente, es uno de estos partidos amistosos el que da origen a este escrito: ¿estamos haciendo los padres y las madres una buena pretemporada?
Quiero mantener un enfoque general, y no creo necesario citar a ningún equipo en concreto, por lo que nos situamos en un partido amistoso, en un pueblo de Mallorca, de categoría mini o infantil, masculino o femenino.
Pues bien, como viene ocurriendo en los últimos años, desgraciadamente pude presenciar de nuevo como los padres, las madres y algunos abuelos y abuelas animaban el partido de una manera muy particular:
– En todo momento protestaban las decisiones arbitrales que consideraban erróneas.
– Celebraban las canastas de su equipo y callaban cuando el otro quinteto encestaba o realizaba alguna jugada meritoria.
– En las jugadas de lucha, choque o melé, muy frecuente en estas categorías, gritaban e intimidaban a los jugadores visitantes.
– Cuando los jugadores del equipo visitante fallaban jugadas muy claras el público reía, así como los niños del banquillo aunque en menor medida, con la complacencia del entrenador.
– Desde la grada se reclamó a gritos que se expulsara a un jugador visitante por faltas personales cuando el marcador del encuentro hacía tiempo que se había cerrado (ventaja de más de 30 puntos).
– En todo momento desde la grada, varios entrenadores espontáneos, daban instrucciones a los niños sobre como debían jugar, defender, cuando tirar, etc. desdeñando al propio entrenador.
En fin, aunque pasaron más cosas creo que es suficiente para plantear la cuestión y si esto era un partido amistoso de entrenamiento no quiero ni imaginar el comportamiento en los partidos oficiales. La cuestión es:
¿Qué valores éticos queremos trasmitir a nuestros hijos a través de la práctica deportiva?
Podríamos hacer un lista interminable de valores que promociona el deporte base:
“Respeto a los demás y a uno mismo, autoestima, superación personal, amistad y compañerismo, autodisciplina, trabajo colaborativo, esfuerzo, disfrutar, …” pero cada uno de nosotros deberíamos reflexionar sobre qué valores son los que realmente apreciamos y transmitimos.
Yo mismo, he de reconocerlo, cuando acudo a los partidos como público tengo una tendencia a animar acaloradamente y gritar, a dar alguna que otra instrucción a los jugadores, e incluso quejarme del árbitro. También es cierto que intento controlarme en lo posible.
Estoy seguro que si pusiéramos un vídeo mostrando la conducta de las personas descritas anteriormente, o a nosotros mismos en algún partido, la mayoría haría crítica e incluso sentirían cierta vergüenza. Entonces, ¿por qué llegamos a comportarnos de esta manera delante de nuestros pequeños? ¿No existen otras vías de escape más adecuadas para nuestro estrés, frustraciones, …?
Creo que es momento volver a la pregunta inicial:
¿estamos haciendo los padres y las madres una buena pretemporada?
Nos preguntamos: ¿Qué le estoy enseñando a mi hijo o hija respecto al deporte?
Que debe ser el mejor o animarle a superarse a sí mismo
Que lo importante es ganar o que disfrute de jugar
Que perder es fracasar o que el objetivo es esforzarse a tope
Que tiene que ser el máximo anotador o que sea humilde, generoso y buen compañero
Creo necesario que cada club de deporte base reflexione profundamente sobre cuáles son los verdaderos valores que están fomentando y cuáles son los valores que quieren transmitir y fomentar en sus jugadores y jugadoras y comunicarlos.
Creo que los clubes deberían promover activamente una conducta ética a sus entrenadores, jugadores, socios y asistentes a los partidos mediante la difusión de códigos éticos, reuniones y toques de atención a aquellas personas que no se comporten acorde a la filosofía del club.
Igualmente, las distintas federaciones deportivas deberían asumir un papel activo en la observación, control y sanción de las conductas inapropiadas.
No sería descabellado que, junto a la ficha federativa, los padres firmásemos una suerte de decálogo ético comprometiéndonos a cosas como:
– no protestaré al árbitro bajo ninguna circunstancia
– animaré y aplaudiré las jugadas meritorias de los dos equipos
– respetaré las decisiones del entrenador sin interferir desde la grada en su tarea
– aplaudiré la iniciativa y el esfuerzo de los jugadores de ambos equipos independientemente del resultado.
– animaremos siempre en positivo.
– aplaudiré cada final de periodo independientemente del resultado
Creo que merece la pena pensar y trabajar sobre este tema para favorecer que la práctica deportiva de nuestros hijos e hijas sea una verdadera experiencia que aporte felicidad, valores y salud.
Ahora te toca a ti… ¿qué piensas de todo esto? ¿Te animas a poner tu granito de arena?
Salut i Bàsquet!
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Estas palabras de 2015, estos pensamientos, y vuelvo a decir que muy a mi pesar, siguen muy vigentes. Han pasado casi ocho años y hemos vivido muchas cosas hermosas y otras no tanto relacionadas con este deporte que amamos y que corre por nuestras venas: el baloncesto.
Y como confesé en ese lejano 2015, me reitero ahora, que, yo, no estoy libre de pecado ni mucho menos. Y por ese malestar, comparto y espero que dentro de poco podamos decir que todo esto está superado y que nuestros hijos e hijas disfrutan plenamente del deporte sin que los adultos les estropeemos la experiencia.

Vuestras aportaciones:
– Cuando la situación del partido no cumpla unos requisitos mínimos retirar el equipo y comunicar a la federación el motivo.
Aquí tienes todos los episodios de «El Cuidado en la Palabra»

Lamentablemente en el deporte lo que prima muchas veces, es el ganar y el competir, y en base a eso se desatan muchas conductas por parte de todos los involucrados que no son para nada sanas por el contrario crean violencia, rencor, y decepción. Muy bien plasmado el dar conciencia a los valores que son necesarios, abrazo
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Muchas gracias, Themis. Es un tema que me interesa mucho y desde hace tiempo y en el que, como otros tantos, la sociedad parece darse cuenta de la importancia que tiene y el daño que hacemos a los más peques.
Un fuerte abrazo!
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Buena idea lo del decálogo a «firmar» cuando se federen… A lo mejor lo podrías plantear seriamente como un acuerdo con la Federación… es una gran idea….
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Gracias Rosamaría,
Lo propondré en las reuniones para la temporada que viene. Un abrazo!!!
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