A través de sus ojos
– Hace dos noches, Xisca se cayó al intentar levantarse de la cama – advirtió la enfermera en el cambio de turno a Pepe, enfermera de noche junto a María, Rebeca y Olvido- Se hizo un buena brecha en la cabeza, le cogieron 8 puntos, en la placa no salió nada y en principio está bien, anoche la contuvieron por tres para evitar otra caída
– ¿Y la familia? – preguntó Pepe
– ¿La familia? La familia se enfadó muchísimo cuando vieron lo que se había hecho y nos han amenazado con una denuncia por no haberla contenido la noche de la caída.
– Vaya… me parece que no me va a quedar otra que… – murmuró Pepe, sin terminar la frase.
Tras preparar la medicación, Pepe, inició con María la ronda de medicación y resopón de sus pacientes. A cada persona se le ofrecía un vasito de zumo o de leche, alguna galleta, la medicación fija y, si era pertinente la medicación “si precisa”.
Al llegar a la habitación de Xisca, que había sido trasladada a una de las cuatro habitaciones individuales de la unidad con sistema de videovigilancia, Pepe le ofreció a Xisca un vaso de leche calentita y medicación hipnótica.
Xisca se incorporó rápidamente en la cama, a sus sesenta y muchos años, era una mujer muy fuerte, hábil e inteligente pero desde hacía ocho meses avanzaba con rapidez un deterioro neurológico que le provocaba fallos de memoria, temblores cada vez más intensos y debilidad en las piernas. Y, por si fuera poco, había ingresado en la unidad de salud mental por un cuadro hipomaníaco que le producía gran inquietud y le daba una energía por encima de lo habitual. No se quedaba quieta ni un momento, no era capaz de permanecer en la cama ni dos minutos. Y tras el resopón, cuando la medicación empezaba a hacer efecto aumentaba drásticamente el riesgo de caídas como se comprobó dos noches antes.
– Xisca – comenzó a decir Pepe – vaya golpe que se dió la otra noche, su familia está preocupada y no podemos permitirnos que se caiga de nuevo – hizo una breve pausa y continuó – He pensado que podríamos poner las correas para que pueda dormir tranquila y evitar que se caiga –
– ¡No! A mí no me amarra nadie prefiero romperme la cabeza otra vez –
– Pero… –
– Ni pero, ni pera… que no me atas… ¡Au!-
De un salto, Xisca, se bajó de la cama y dio un paso adelante para encararse a Pepe. La diferencia de altura y de volumen eran enormes.
Xisca, se estiró todo lo que pudo para acercar su rostro al de Pepe. Y Abriendo sus ojos todo lo que pudo miró a este fijamente. Ante la falta de dentadura, la mandíbula inferior se deslizaba de izquierda a derecha rápidamente.
Los ojos de Xisca se clavaron en los de Pepe, a través de sus ojos, durante un instante vio a la Xisca de niña, sin infancia por los maltratos de su padre y sus hermanos, a la joven que se fugó de casa y consiguió estudiar en el nocturno compaginandolo con pésimos trabajos, a la profesora que consiguió dar clases en un instituto y sufrió el acoso de sus compañeros por ser “rarita”, a la madre de tres hijas, a la aparición de su trastorno mental a una edad atípicamente avanzada, a la invalidez que le apartó de las aulas, a los largos ingresos en el Hospital Psiquiátrico, al abandono de su marido que nunca entendió su enfermedad, sus gastos de dinero y su desinhibición sexual en las crisis, a las dificultades para sacar adelante a sus hijas, a la desesperación tras el debut de una hija con el maldito trastorno bipolar, a la…
– No me vas a amarrar – espetó Xisca interrumpiendo la visión de Pepe.
– Quédese en la cama y cuando acabe la medicación volveré a hablar con usted –
– Pero a mí no me atas –
María, agarra del brazo a Pepe nada más salir de la habitación:
– A esta mujer hay que contenerla, no se puede caer otra vez –
Mientras tanto, Xisca, inmediatamente comenzó a trastear en la habitación, desorganizada, poniendo y quitando sábanas, abriendo y cerrando grifos, encendiendo y apagando luces…
Pepe, sin decir nada, empujó el carro de la medicación hacia la siguiente habitación. No quería contener a Xisca pero tampoco podía permitir otra caída.
Al terminar la ronda, Pepe cogió una silla cómoda de la sala de televisión y cargando con ella le dijo a sus compañeras:
– Voy a la habitación de Xisca, seguramente estaré un buen rato, si me necesitáis avisadme.
Perplejas, María, Rebeca y Olvido vieron como Pepe entraba en la habitación y, a través del monitor, observaron como Pepe acomodaba a Xisca en su cama, la arropaba y se sentaba al lado del cabecero.
– Xisca, usted no quiere que la atemos y yo no puedo permitir que se caiga de nuevo. Me quedaré aquí a su lado y cada vez que intente levantarse le recordaré que tiene que dormir y que no tiene que levantarse. ¿Está de acuerdo?
– Un bombón – respondió Xisca esbozando una sonrisa con el particular movimiento de sus encías huérfanas de dientes.
Pepe, sentado junto a la cama, a cada intento de Xisca por levantarse le pedía con calma: cerrar los ojos, respirar suavemente e imaginar un paisaje bonito.
A la cuadragésima octava ocasión que Pepe le pidió a Xisca que no se levantara de la cama perdió la cuenta.
Una y otra vez, Xisca, intentaba levantarse, hablar, ir al baño… con paciencia Pepe dejó de contestar, simplemente mantenía su presencia y, si era necesario, se levantaba para recolocar a Xisca y arroparla…
A la 1.45h de la madrugada… Xisca, se durmió…
Con sumo cuidado, Pepe salió de la habitación. Entró en el control enfermero y se sentó delante del monitor. Sería una noche larga, a la mínima señal de que Xisca se desertara debería ir rápidamente a la habitación y comenzar de nuevo.
A las siete, Xisca seguía plácidamente dormida y Pepe profundamente satisfecho del gran trabajo realizado junto a sus compañeras que hicieron turnos para vigilar el monitor y respetar el deseo de Xisca de no se contenida.
Esta historia está basada en hechos reales pero debidamente transformados para que no puedan ser identificados sus protagonistas. Algunas de las historias pueden ser recreaciones de distintos casos.
Existen múltiples alternativas a la contención mecánica, este relato es un ejemplo relacionado con el riesgo de caídas
#HaciaLaContenciónCero
Sobre el texto:
Historia número tres: «A través de sus ojos» por José Manuel García Mena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Sobre la imagen «Todos los derechos reservados» propiedad de Rainbow Craftuli
Aquí tienes un enlace a otras historias: enlace
Reblogueó esto en dotdosy comentado:
Esta nueva historia que comparto es muy especial, muy especial, porque explora una solución ante un clásico en la indicación de contenciones mecánicas como es el «riesgo de caídas» y, muy especial, porque una fantástica artista como Rainbow Craftuli me ha regalado un bonito dibujo para ilustrar el relato.
Espero que te guste la historia y la encuentres interesante y, si es así, te animes a divulgarlo por las redes sociales, creo que merece la pena en el camino #HaciaLaContenciónCero
Un saludo y gracias!!!
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Fantástica historia. Me ha emocionado por la visibilidad de lo que significa, profundamente, el cuidado.Muchas gracias, José Manuel, por ser de los que lo hace posible….
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Gracias a tí, estos comentarios son la gasolina que me da energía para continuar.
En el tema de la Contención la imaginación siempre nos lleva a esas situaciones extremas en las que parece que no queda otra posibilidad que contener. Sin embargo creo que es necesario divulgar todas aquellas situaciones, como la de esta historia, en las que sí son posibles otras actuaciones.
Un saludo!
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