Perdone, ¿Tendría …?

En otras ocasiones, al publicar una historia, me gusta dejar cierta incertidumbre sobre cuánto puede ser real y cuánto imaginado. En esta ocasión, no quiero dejar ningún género de dudas. Lo que voy a contar es absolutamente verídico y lo presencié hace unos días.

En las cercanías de una estación de tren, una señora, de unos 60-70 años, pasea tranquilamente a su perrito. Tres jóvenes, a todas luces menores de edad, se acercan rápidamente a la señora a la que llamaré, por ejemplo, Manoli. La acción refleja de Manoli es tirar de la correa de su perro hacia ella para protegerse. Uno de los chavales, que se adelanta un poco más hacia ella, dice:

  • Señora, ¿Tendría…?

Manoli, inmediatamente, pensó en lo peor. Le iban a pedir dinero con la excusa del tren y, como había salido de casa sin el monedero, seguro que iba a tener problemas con ellos.

  • … Una mascarilla – terminó de decir el muchacho.
  • ¿Cómo? – respondió Manoli sorprendida.
  • Sí, por favor – necesito una mascarilla para poder coger el tren y regresar a casa con mis colegas.
  • Sí, siempre llevo un paquete – respondió Manoli haciendo un gesto de coger el bolso que también había dejado en casa – ¡Ay, no! Lo siento creí que tenía pero no.

Los tres muchachos angustiados, resoplando, mirando los relojes… la llegada del tren era inminente.

  • ¡Pero es que la necesito! – suplicó el joven sin mascarilla – me echarán del tren, ¿No tiene una aunque sea usada?

Manoli, ante esta petición, se quedó perpleja. Instintivamente metió la mano en el bolsillo del pantalón y descubrió que llevaba una mascarilla arrugada. 

  • Tengo esta – dijo Manoli, tímidamente, a la vez que sacaba la mascarilla del bolsillo – pero está…
  • ¡No importa! – gritó el adolescente cambiándosele la cara ante una solución a su problema – no me importa que esté usada.
  • Pero, hijo, no creo que una mascarilla usada… – intentó razonar Manoli
  • No me importa, si no tiene usted COVID da igual
  • Pero es que no sé si tengo… – comenzó a razonar Manoli, a la vez que le acercaba la mascarilla al joven.

Ya se comenzaba a escuchar el tren en la lejanía.

  • ¡Gracias! – gritó el adolescente arrebatando la mascarilla de la mano a Manoli, a la vez que los tres salían corriendo hacia la estación.
  • ¡Póntela al revés por lo menos! – gritó Manoli
  • ¡Okay, señora!

A la vez que los tres jóvenes desaparecían, el pequeño yorkshire terrier comenzó a ladrarles efusivamente…

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Creo que esta historia, dice mucho más entrelíneas de lo que aparentemente pueda parecer. Más allá de una anécdota curiosa, e incluso graciosa, refleja una, entre tantas, de las realidades entre las que convivimos en estos años de pandemia. Y tiene que ver tanto con nuestra salud global que por eso me ha parecido interesante traerla al blog.

¿Tienes alguna experiencia parecida que quieras compartir? ¿Qué habrías hecho en el lugar de Manoli? ¿Y en la del joven? 

Como siempre espero tu comentarios…

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Escucha «Café para Tres» el Episodio 7 de nuestro podcast «El Cuidado en la palabra»

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6 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Vero dice:

    Creo que definitivamente pasan muchas cosas buenas pero actualmente el miedo, la queja…está absorviendo nuestro espacios. Me gustaría saber qué deberíamos hacer como sociedad para cambiar ésto. Muy bonitas tus historias , como siempre.

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    1. José Manuel dice:

      Estimada Vero,
      Son más, sin duda, las cosas buenas que pasan que las malas, pero caemos [caigo] en la trampa con demasiada facilidad.
      Esta situación, de crear un mundo catastrófico, no es caprichosa ni casual detrás, me temo, hay fuerzas poderosas económicas y políticas que esperan sacar rédito del caos.
      Ojalá tuviera una solución pero intuyo que de alguna manera debemos superar el cerco emocional que desde los medios de comunicación y todo tipo de organizaciones no constriñe cada vez más. En mi caso, lo que hago es intentar compensar con el boca-oreja todo lo que puedo: el blog, el podcast, el estado de Instagram, las tertulias, la acción política, mi trabajo como enfermera son los medios que tengo a mi alcance e intento, en lo posible, hacer un buen uso de ellos…
      Vivimos en un mundo donde personas de bien, buenos profesionales, gente socialmente comprometida pueden ser humilladas, apaleadas, insultadas por intentar «procurar el bien común» y hacer un mundo mejor.
      En mi caso, curo bien y lejos de sucumbir me hago mucho más fuerte, sin duda.
      La vida te enseña el cómo hacer las cosas y también el cómo no hacerlas y esto último es, incluso, mucho más importante que lo primero.
      Es necesario tomar una distancia para ver el conjunto, pensar, reflexionar y meditar… una vez escribí sobre «lo que no te mata te hace más fuerte» y en eso estamos haciéndonos más fuertes porque el trabajo que queda es inmenso pero hemos recorrido un buen trecho y porque cuando quitamos lo superfluo, lo interesado, lo perverso, las manipulaciones, los celos y envidias, los rencores, los miedos legítimos e inducidos… al final, nos queda algo claro:
      «Somos enfermeras y nuestro fin último es cuidar a las personas como ellas quieren ser cuidadas buscando la excelencia desde la evidencia científica y un escrupuloso respeto de los Derechos Humanos»
      Mil gracias Vero por comentar y por estar siempre ahí apoyando, facilitando y construyendo camino…
      Un abrazo!!! JM

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  2. themis t. dice:

    Muy hermosa historia, muy de la época, del momento, las soluciones de los más jóvenes que es salir de la necesidad de la inmediatez, pienso que en su lugar hubiera hecho lo mismo, más a su edad, y no se si en la que tengo. A veces hay que perder la cabeza para volverla a encontrar, no sucumbir a los miedos.

    Muy bueno el podcast como todos los anteriores, gracias por ellos, abrazo grande

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    1. José Manuel dice:

      Mil gracias, estimada Themis. Sabias palabras aunque, personalmente, me costaría mucho es cierto que la juventud te da una sensación de invulnerabilidad e, incluso, inmortalidad que anima a asumir riesgos que cuando somos más mayores miramos un poco más.
      Este caso, que viví presencialmente me hace preguntarme muchas cosas:
      – ¿Debería haber máquinas expendedoras de mascarillas en aquellos lugares donde aún sean obligatorias? O incluso, que el revisor las de gratis a quien lo necesite.
      – ¿Qué riesgo supone que una sola persona no lleve mascarilla en un entorno donde el resto de viajeros las use?
      – En el tren es obligatorio el uso de mascarilla pero si al salir del vagón todos se van a un local cerrado a celebrar una fiesta, actualmente, no necesitarían usar mascarilla.
      En fin…
      Y muchas gracias por el podcast, me hace mucha ilusión y ya tenemos unas entrevistas que creo serán muy interesantes para septiembre
      Un abrazo grande de vuelta para tí y ese país maravilloso que describes tan bonito en tu blog.

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  3. rosamaraalberdi dice:

    Qué buena narración… !!! Me ha gustado un monton. Gracias, José Manuel.

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    1. José Manuel dice:

      Gracias Rosamaría,
      Nuevas historias acordes con los tiempos que corren. Un abrazo!

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