Primer día del año y, la verdad, no podía titular de otra manera la primera entrada en el blog. La salud mental vertebra y da sentido a este blog y, como sabéis, mi dedicación profesional desde hace ya… ¡Uf, cuánto!

En estos tiempos, que nos están tocando vivir, nuestra salud se está viendo sumamente afectada y, especialmente, la salud mental.

Quiero comenzar el año compartiendo algo que, quizás, es lo que últimamente me ha ayudado más a mantener el equilibrio físico, mental  y espiritual y que nos es otra cosa que caminar. Caminar siempre es bueno pero, en esta ocasión, quiero hacer énfasis a una manera muy especial de caminar, me refiero al paseo contemplativo.

Podemos encontrar mucho publicado sobre el paseo contemplativo. En mi caso, lo simplificó al máximo. Lo primero es encontrar un lugar donde apetezca pasear. A mí me encantan los caminos rurales y las costas y os puedo asegurar que Mallorca tiene lugares maravillosos de ambos tipos.

Al iniciar el recorrido me gusta inspirar profundamente por la nariz y exhalar lentamente por la boca, mirar a mi alrededor y contemplar el entorno en su conjunto. Con cada respiración tomo conciencia del momento, del presente y voy dejando que los pensamientos pasen sin prestarles atención. En este punto, me gustaría decir que cada vez la experiencia es distinta y no tenemos que obsesionarnos en conseguir tal o cual objetivo o experiencia sino simplemente dejarnos llevar.

Cuando nos apetezca podemos comenzar a caminar, en la dirección que nos salga, es importante no tener una meta predeterminada sino, simplemente, dejarse llevar hacia donde la intuición o algún detalle nos llame la atención.

Todos los sentidos entran en juego en los paseos contemplativos, algunos ejemplos pueden ser:  

• Sentir el viento sobre nuestro rostro, su dirección, su intensidad, su temperatura. El calor de los rayos de sol sobre nuestra piel. Tomar conciencia de las irregularidades del terreno en la planta de nuestros pies.
• Percibir la multitud de sonidos que llegan a nuestros oídos: el zumbar de los insectos, el silbar del aire entre las ramas o el crujir de las ramas movidas por el viento. La variedad de cantos de los pájaros.
• Los olores nos transportan en el tiempo y el espacio desde el intenso petricor que la lluvia arranca de la tierra arada o el suave aroma de flores silvestres.
• Con un poco de suerte podremos poner nuestra atención en el sabor de unas moras silvestres o del tallo lechoso de los juncos.
• Y la vista, dejarse sorprender por las maravillas que nos esconde cada elemento, cada criatura, del entorno. Al principio, la vista suele dominar los otros sentidos y puede ser recomendable cerrar los ojos y dejarse llevar por los otros sentidos.

Y, a partir de aquí, dejarse llevar por los sentidos, sin prisas, sin meta, sólo sentir, percibir y descubrir sin más propósito que pasear,  parar y contemplar. Poner los 5 sentidos en aquello que nos atraiga, que nos llame, dejando ir los pensamientos que nos vengan sin centrarse en ellos.

Te propongo, si no lo haces ya, que practiques el paseo contemplativo y me cuentes tu experiencia. En mi caso, me aporta igual o más que la relajación, la meditación, el mindfulness o técnicas similares y como suele ocurrir en estos casos, es necesario realizar unas cuantas sesiones para empezar a experimentar los beneficios de manera notable.

Mis mejores deseos para 2022 y mucha salud mental.

Puedes profundizar en el concepto de salud mental positiva en el post de hace un año para felicitar 2021: leer entrada

Aclaración: el inconsciente me ha llevado a ilustrar la entrada con tres imágenes de la Línea de la Concepción.